Equinoccio, fuego y nuevos comienzos




Feliz otoño, feliz luna, feliz renacer.

Hace tiempo en mi cabeza venia rumiando la idea de escribir algún tipo de contenido. Mi mamá acompañó esa sensación sugiriéndome cada vez que podíamos hablar por teléfono "vos escribís muy bien, deberías hacer algo". Era verdad. Siempre escribí cuadernos, libros, diarios "íntimos" y hasta papers y monografías académicas de muchas páginas. Pero lo que nacía de mis entrañas en estos momentos era más una necesidad de gestar algo que me permitiese englobar los cientos de temas que me atraviesan cotidianamente. No estaba segura si hacerlo vía mail, vía blog o alguna otra herramienta. Soy una persona que, como muchas otrxs artistas, activistas ambientales y más, se ve constantemente censuradx de las plataformas sociales convencionales. 

(Creo fervorosamente que como militantes, el activismo es en absolutamente todos los espacios en los que nos veamos involucrados, incluyendo faceb0k o un estado de wh4tsap. Y a lxs dueñxs de estas plataformas, que no curiosamente se encuentran centralizadas y monopolizadas en manos de unxs pocxs, les molesta lo que tengamos para decir quienes no queremos estar dentro de sus normas y políticas de comportamiento.)

Primer paso, hacerlo.

Soy muchas personas y nadie a la vez. Invento un y mil seudónimos a lo largo de todos los escenarios posibles, me divierto con mis personajes y monstruos. No tengo ninguna verdad absoluta (¿quién acaso si?!). Sin embargo, estoy convencidx que se necesitan abrir las reglas del juego y cambiarlas de una vez por todas. Cambiar estas estructuras con olor a viejo. Utilizar la globalización, a nuestro favor y formar redes de información y gente es primordial para los tiempos que corren. Las redes siempre me salvaron, vaya a donde vaya. 

Mi deseo genuino es transmitir y recircular información a toda aquella persona que quiera. Que sea una especie de bitácora viajera, pero también un lugar virtual para lo que me vea atravesada en esos momentos. Puede que escriba sobre lugares en donde me encuentre físicamente, pero también quiero abordar lugares donde mi cuerpa espiritual se sienta interpelada. Ambientalismo, plantas, política, género, cultura, astrología, alimentación, bibliografía, datos interesantes, y que le puede servir a más de unx, tristezas, felicidades y retazos de relatos sueltos también podrán encontrarse en estos espacios. Y claro, espacios para la rosca y el debate, más vale. 

El primer posteo creo que es el más dificil, porque unx intenta ser impecablx y no se está muy segurx de como arrancar. Pero acá estamos y estaremos, resistiendo. 


Deja ya de vivir en esta soledad que está en tu mente.

Hoy es el día donde en el hemisferio sur del globo se celebra la llegada del otoño, estación favorita de varixs luego de los calores agobiantes que nos vimos inmersxs en estos últimos veranos. Recuerdo repetir ese mantra una y otra vez en mi cabeza hasta finalmente arrancar de viaje: me niego a pasar un verano más en esta jungla de cemento llamada irónicamente buenos aires. La mayor parte de los años de vida que tengo los pasé entre muchedumbre y concreto, como muchxs otrxs de nosotrxs. Seguí el libreto y la línea de la vida trazada, siempre pensando en que no pueden ser esas las únicas opciones de vida: trabajar y estudiar. En la ciudad se juega además de otra forma, necesitando el mejor sueldo y la facultad más prestigiosa para que tu persona el día de mañana sea más valiosa para este mercado competitivo y rancio. Mi cuerpo no podría seguir tolerando mucho más ese ritmo de vida que cada vez se hacía más demandante y agresivo. Sentía en mis huesos y mis músculos dolores y angustias propias de una persona de muchos años. Y no era la única. Todxs mis amigxs estaban en esa misma dinámica de trabajo-estudio-dolor-sacrificio-¿recompensa?. Una carrera invisible hacia un éxito no asegurado de vida. Y mientras tanto, la cuerpa sufría. Repetí ese mantra hasta que por fin animé a correrme de ese libreto escrito y zona de comfort a saltar al abismo del viaje y la ruta incierta. Antes de embarcar, aproveché los resabios de la obra social cara que tenía de la empresa a la que había renunciado meses atrás y me operé los ojos con láser y rapé toda la cabeza a cero. Estaba lista. Hacia tiempo que sentía una crisis de identidad en todo mi ser, en quien era. Y así me sumergí a la incertidumbre completa del porvenir. 

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