No llores por mí


Afuera llueve mucho. El cielo está gris. Las plantas a mi alrededor se refrescan luego de dos días bastantes calurosos acá en Paraty, Brazil. 

La última vez que escribí acá fue por noviembre del año pasado, justo después de cruzar la frontera con Bolivia. Cada vez pasa más y más tiempo entre un posteo y otro. Y repito, no es que no tenga conexión a internet o no tener tiempo. Lisa y llanamente esquivo el sentarme a escribir. Como si fuera un trabajo académico, me da paja. Paja qué exactamente no sé, como si tuviera que deberle algo a alguien. Aunque en realidad sí, sí le debo algo a alguien: a mi mismx. 

Asique acá estoy nuevamente, sentada enfrente de la computadora luego de pasar unas cuantas horas buscando trabajos remotos que me prometan un mejor sueldo que la precarización cotidiana. Sigo sin tener éxito en mi búsqueda. Tampoco lo estoy teniendo justamente en la calle. Supongo que se trata de la aversión que estoy teniendo hacia lo laboral, hacia el capital, que hace que todo sea cada vez más injusto y donde el que más tiene tenga cada vez más y todo el resto de la humanidad se contente con unas migajas cada vez más pequeñas. Y entre esos sentires, no quiero trabajar para alguien más tantas horas de mi día/vida. Al mismo tiempo no termino de entregarme a lo artesanal y me inhibo o busco excusas para no dedicarle energía. 

Muchas cosas acontecieron desde que dejé Boludia, entre ellas y no menor, la situación tremenda en Arg3ntina. Muchas otras siguen igual o peor, como la situación en Pal3stina, que sigue siendo ocupada, desplazada y asesin4da día a día que pasa. Algo de las tantas fichas que me cayeron en este última etapa de mi vida nómade es la aceptación de que no soy una turista como la mayoria de los eur0peos que vienen a latinoamérica a tomarse un par de cervezas y conocer la mayor cantidad de lugares posibles en poco tiempo, y también de lo difícil que es migrar en un contexto de crisis/guerra/caos en tu lugar de origen. Estando en Bolivia y viendo ante mi tantas trabas migratorias y burocráticas, era consciente que seguir subiendo por los países andinos me iba a suponer algo parecido en mi experiencia. Meses después, con el triunfo de un tipo hijo de un empresario en Ecuador, explotó la crisis también allí. Perú venía siendo sacudido con represiones por parte de la vicepresidenta Dina (as3sina) desde la destitución de Pedro Castillo. El mar y las playas de Brasil siempre supusieron una alegría instantánea para cualquiera. También por el cariño y la calidez con la que te recibe la gente acá, sin importar que no hablemos el mismo idioma hizo que fuera muy fácil para mi optar por volver a estas tierras y poder vivir en paz.

Cuando logré llegar a Brasil luego del cruce fronterizo, sentí una sensación de alivio. Sentí como el aire cambiaba y la gente vivía distinto. Tengo en claro desde hace tiempo que las naciones, las ciudadanías son ideas racistas y divisorias que causan mucho mal entre las personas. Hay pasaportes más importantes que otros así como hay pieles que causan mayor o menor prejuicio aún hoy 2024. La región de ABYA YALA (como muchos otros lugares del mundo) se encuentra una vez más totalmente sacudida a nivel social, político y económico. Las democracias actualmente se encuentran en su punto más podrido, en donde la sociedad se conforma con unas garantías mínimas de sus derechos. El presidente q se elije resulta siempre ser un personaje secundario manipulado por el sector empr3sarial, trasnaci0nal, el camp0, los medios de comunicación, el narc0tráfic0 y todos aquellos actores que verdaderamente mueven los hilos en un territorio. Con esto, me atrevo a decir que Brasil es de los pocos países (sino el único) de toda la región en donde impera un clima social bastante "calmo". Acá pasó la tormenta de B0lsonaro (un fantasma que sigue presente igual) y todavía quedan secuelas. La violencia en las personas sigue ahí, latente. Pero hoy en día no tenés una legitimización de esa violencia por parte de las instituciones como sí está pasando en Argentina, El Salvador, Ecuador, Bolivia, etc etc. Tuve la mala suerte de coincidir con el triunfo de M1ley y escuchar muchos comentarios felicitándome por el nuevo presidente. Obviamente esos comentarios venían de parte de varones adultos, blancos, hasta lo escuché de la boca de un repositor de supermercado.. 

Cuando cruzás a Brasil es sorprendente la cantidad de verde a tu alrededor. Mis últimos días en Bolivia habían sido bastante angustiantes ya que el Amazonas boliviano era prendido fuego. Conviví con un aire denso y contaminado, un aire que te dañaba al respirar porque también respirabas las cenizas y el humo, un aire que estaba tan denso que no te dejaba dormir en paz sin un calor agobiante por las noches. Lloré desconsoladamente varias veces por no saber bien qué hacer al respecto. En Brasil sucedía totalmente lo contrario: enormes ríos con mucho caudal de agua transparente, morros densos de vegetación y selva, lluvia con mucha intensidad. Acá en Brasil todo es grande e intenso. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Perto do mar, a gente é mais feliz

Trenes