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Perto do mar, a gente é mais feliz

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Cerca del mar, la gente es más feliz. Así dice un cartel que se encuentra en la posada que fue mi hogar durante casi seis meses. Desde que arranqué viaje, nunca me había quedado tanto tiempo en un lugar. Hasta que llegué a Paraty. No era la primera vez que me adentraba a las tierras brasileñas. Gran parte de mi adolescencia las vacaciones con toda mi familia fueron (un día y medio en auto después) en Florianópolis. Claro, era un momento social, político y económico en Argentina muy bueno pa gran parte de la sociedad. Y mis viejxs podían pagar esas vacaciones con tres crías a cargo.  Tengo recuerdos muy hermosos de esos momentos. Hasta fue en Brasil donde tuve la llegada de mi primer sangrado. Recuerdo comer biznaginhas  todos los días, pollo con papas fritas, queijos de los señores que pasaban vendiéndolos con sus parrillas, recuerdo las aguas vivas, los gomones, recuerdo las playas con ondas bravas, recuerdo pasar toda el día en el mar. Recuerdos que parecen de otra vida, pero todo qu

realmente crees que el trabajo dignifica?

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En qué momento empezaste a pensar en el concepto de "digno" o "indigno"? qué o quien te hizo creer que hay mejores o peores trabajos. O lo que es más terrible: quién armó esa categoría. En esta jodita horrible que sucede dentro del capitalismo tardío y voraz, porqué pensamos que la dignidad te la otorga responder a una relación de poder en donde cada día que pasa, nos vemos más y más sumergidos en algo cada vez más horrible y desfavorecedor para la mayoría de la gente?  quien te puede hacer sentir mal por tener que responder a las obligaciones y exigencias más rancias y deshumanas como es trabajar para un patrón o patrona? trabajar para que alguien más se quede con el producto/servicio que VOS realizas y con un plusvalor?  la manipulación cala tan hondo desde tan pequeñxs que creemos que limpiar un inodoro o chupar pij4s tiene una categorización peor que la de ser un CEO de una minera, el empresario de una cerealera, el científico que diseña un glifosato?  todas nue

No llores por mí

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Afuera llueve mucho. El cielo está gris. Las plantas a mi alrededor se refrescan luego de dos días bastantes calurosos acá en Paraty, Brazil.  La última vez que escribí acá fue por noviembre del año pasado, justo después de cruzar la frontera con Bolivia.  Cada vez pasa más y más tiempo entre un posteo y otro. Y repito, no es que no tenga conexión a internet o no tener tiempo. Lisa y llanamente esquivo el sentarme a escribir. Como si fuera un trabajo académico, me da paja. Paja qué exactamente no sé, como si tuviera que deberle algo a alguien. Aunque en realidad sí, sí le debo algo a alguien: a mi mismx.  Asique acá estoy nuevamente, sentada enfrente de la computadora luego de pasar unas cuantas horas buscando trabajos remotos que me prometan un mejor sueldo que la precarización cotidiana. Sigo sin tener éxito en mi búsqueda. Tampoco lo estoy teniendo justamente en la calle. Supongo que se trata de la aversión que estoy teniendo hacia lo laboral, hacia el capital, que hace que todo sea

Todo está guardado en la memoria

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Un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla, dicen.  Hoy es 24 de marzo en todo el mundo. Pero esta fecha no resuena de la misma manera en todos lados. Acá en Brasil, donde me encuentro actualmente, el día transcurrirá como un día de lluvia más y ya. En Argentina, en simultáneo mientras yo estoy tipeando estas palabras, muchísima gente, miles y miles de personas salen a marchar por las calles y plazas de todo el país. Personas (que me atrevo a decir) la mayoría están física y emocionalmente cansadxs. Ya sea por alguna nueva endemia como tener dengue, o por sentir todos los días inevitablemente algo de angustia, tristeza, enojo, bronca por el contexto en el que toca vivir. Ayer hablando con mi tía me dijo "estoy yendo hoy 23 de marzo a una marcha vigilia por mañana 24 porque no me alcanza sólo con marchar el domingo. Estoy muy indignada con todo lo que está pasando".  Estar lejos de la Plaza de Mayo para estas fechas a mi me resulta bastante extraño. Una sen

De la tierra hacia el cuerpo

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El karma de vivir al sur Tengo recuerdos de ser una niña y no poder ir al baño, llorar del dolor. Mi mamá me preparaba un jugo de ciruela que me parecía horrible o puré de manzana rallado, para que pudiera dejar de estar tan constipada. También recuerdo lo que comía mayormente en aquel entonces: formitas o patitas de "pollo", salchichas, patys, papas fritas. Y sí, mi mamá y mi papá trabajaban todo el día y no era la única en la casa a quien alimentar, tengo dos hermanxs más. Darle de comer a 3 crias era (y es) una tarea compleja, más cuando no tenés tiempo para cocinar o ponerte creativo. A mis 17 años, en plena etapa donde iba de fiesta en fiesta de egresados, dormía poco y tomaba mucho mucho alcohol varias veces a la semana, hubo un momento donde no pude ir al baño durante varios días. Fue el peor dolor que sentí en mi vida. Esa vez no hubo laxante que me salvara; sólo pude encontrar alivio tomando vaselina líquida. Ese episodio bastante traumático fue un antes y después. V

Boludia (Bolivia)

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Volver Cuando empiezo a pensar en la posibilidad de sentarme a escribir algo sobre el viaje, me doy cuenta que pasó por lo menos un mes desde la última vez que escribí por acá. Esto no quiere decir que no tengo nada que contar, sino q administro pésimamente mi acceso a intern3t, procrastinando y sobreinformándome constantemente. Entonces no escribo, aunque sé q escribir me hace bien y me gusta contar lo que me atraviesa a quien quiera regalarme su tiempo y leerme. Asique acá estoy, con el Sol entrando en Sagitario, te voy a contar lo que viví estos últimos 3 meses por el territorio plurinaci0nal de B0livia, o como le dice unx amigx paceñx, B0LUDIA. Welcome to Boludia El cruce de frontera fue un hecho bastante memorable para mí. Lo hice solx, luego de que el chofer del micro nos bajaran a las 4 de la madrugada en medio de la ruta jujeña a la deriva, ya que las protestas contra el gobierno nefast0 de M0RAL3S seguían vigentes y la carretera bloqueada. Con una doña a la que ayudé a bajar s

Viajar voluntariando

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Hace exactamente dos años atrás, yo era una más de esas tantas, tantísimas personas, que a lo largo y ancho de todo el mundo decidieron dejar su trabajo de oficina. Un trabajo que se había intensificado durante toda la pandemia y que sólo hacia que mi salud mental pendiera de un hilo (cada vez sintiéndolo más y más finito). Un día llegó a mí la persona indicada, una viajera que me invitaba a salir de esa vida, para meterme a una mucho más afín a lo que mi cuerpo, mente y alma me pedían a gritos desde hace tiempo.  Comenzó así una nueva vida para mí y me sentí más cerca de lo que yo consideraba libertad . Trabajar tantas horas al día para ganar dinero (que sólo me servía para sobrevivir en una ciudad depredadora, materialista y capitalista) era un estilo de vida que cada día me dañaba un poco más. No podía ser esa la única opción para vivir. Decidí tirarme a la pileta y ver como (volver a) aprender nadar. Empecé así mi viaje por Argentina, sin saber muy bien dónde, cómo y qué hacer. Con